LA CURIOSA HISTORIA DE MYSA
Las esterillas de acupresión existen desde hace más de treinta años, y ya han sido utilizadas con éxito por millones de personas.
Algunos se preguntarán entonces por qué hasta ahora no han sido conocidas en Occidente y por qué el primer país occidental que los adoptó ampliamente fue Suecia.
La historia de la esterilla de acupresión es muy peculiar e intrigante.
Su inventor era un profesor de música ruso llamado Ivan I. Kuznetsov (nada que ver con un gurú indio ni con chamanes tibetanos…). Por lo tanto, es un producto enteramente europeo, que data de hace unos treinta y cinco años.
Un día, el Sr. Kuznetsov se propuso deshacerse de una irritante infestación de insectos que había estado plagando la escuela en la que enseñó durante algún tiempo.
Llevaba una máscara protectora y un traje, pero, crucialmente, se olvidó de ponerse los guantes (probablemente no siendo plenamente consciente de la alta toxicidad del insecticida que estaba pulverizando alrededor). Desafortunadamente, sus manos entraron en contacto con dicho insecticida, dañando su flujo sanguíneo periférico y causando dolor crónico y espasmos musculares tan severos que no pudo mover sus extremidades durante semanas.
Después de haber probado numerosos tratamientos, encontró que sólo la acupuntura fue capaz de aliviar su dolor y mejorar su salud en general. Sin embargo, en la Unión Soviética de los años 70, los acupunturistas en los centros médicos estatales eran pocos, y muy distantes entre sí. Y los de las clínicas privadas eran demasiado caros ya que necesitaba sesiones repetidas y prolongadas.
Por esta razón, comenzó a practicar la acupuntura sobre sí mismo, aunque pronto se dio cuenta de que era incapaz de estimular los meridianos correctos, que en su caso eran los que corrían por su espalda.
Todo comenzó en Rusia
EL INVENTO FUE UN ÉXITO...
Así se inventó la primera esterilla de acupresión básica. Tomó una alfombra de goma usada y metió unos mil clavos en ella. Los colocó a una distancia determinada entre sí, para obtener una “densidad de pinchos” específica. De esta manera, al estar acostado sobre la esterilla, podría extender el peso de su cuerpo uniformemente sobre los alfileres, para que su piel no fuese dañada por ninguno de los clavos. Y aunque era bastante rudimentaria, ¡la esterilla funcionaba!
Y funcionó gracias a las más elementales leyes de la física, los antiguos principios de la acupuntura y al ingenio que a los ciudadanos de la Unión Soviética, sin duda, no les faltaba.
En 1979, Kuznetsov presentó una solicitud de patente para su invención, que se concedió el año siguiente.
Casi de inmediato, la alfombra ganó notoriedad, que fue extendiéndose gracias al boca a boca. Tanto es así que, en ese mismo año, se publicó un artículo sobre ello en la Pravda. Se describía la estera de Kuznetsov como un producto del ingenio soviético, fácil de fabricar y accesible a todos: un sueño hecho realidad para la propaganda soviética…
DESDE EL IPLIKATOR HASTA MYSA
En 1981, un prestigioso inventor y racionalizador presentó un artículo sobre la esterilla, analizándola a fondo científicamente. Le siguieron numerosos estudios clínicos llevados a cabo por diversos institutos de investigación moscovita, cuyos resultados, por desgracia, nunca se publicaron.
Lo que se hizo público, sin embargo, fue que el porcentaje de usuarios que afirmaban haberse beneficiado de la alfombra ¡era un asombroso 93 por ciento!
Muchas anecdótas sobre la estera de Kuznetsov aparecieron también en la prensa soviética. En una de esas historias, un anciano ruso, que había estado sufriendo de insomnio durante años, cayó en un profundo sueño después de tumbarse en la esterilla durante sólo quince minutos.
¿Mito o realidad? Probablemente nunca lo sabremos. También debemos recordar que en la ex Unión Soviética no había ninguna agencia gubernamental encargada de certificar estudios médicos ni de aprobar dispositivos médicos (como la FDA en los Estados Unidos). Un nuevo medicamento o dispositivo médico debía ser aprobado por el Ministerio de Salud, que en cualquier caso inmediatamente permitió la producción y venta de la esterilla bajo el nombre de “Kuznetsov Iplikator”.
¡Se han vendido millones de unidades!